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El poncho no es llanero: la prenda que desata debate cultural.

De la mula al alma llanera: cómo los comerciantes marcachifles trajeron el poncho a la vida cotidiana araucana.


En la década de los 70, cuando las carreteras eran pocas y el comercio viajaba a paso de mula, llegaron a los llanos orientales los llamados marcachifles, comerciantes errantes que provenían de distintos departamentos de Colombia. Estos hombres, curtidos por el sol y el viento, cruzaban páramos y trochas para llevar hasta las veredas más apartadas sus mercancías: víveres, utensilios y artículos que alegraban y facilitaban la vida en el campo.

Entre ellos, el pueblo recuerda con cariño a don Carlisto Abril, boyacense de pura cepa, que arreaba dos mulas cargadas hasta el tope, y a don José del Carmen Gálvis, más conocido como “Guate Feo”, además de un señor de apellido Molina. Sus rutas incluían veredas como El Rosario, Las Sayas, El Picure, Cabuyare, Feliciano y muchas otras, donde eran recibidos con expectativa por familias que sabían que con ellos no solo llegaban productos, sino historias y sonrisas.

Los marcachifles se distinguían por sus sombreros bien puestos, el carriel cruzado y, por supuesto, el poncho sobre los hombros. Como gesto de agradecimiento y premio a sus mejores clientes, solían regalar el poncho a las amas de casa que más los preferían. En esos años, curiosamente, el poncho era usado casi exclusivamente por mujeres, quienes lo llevaban sobre la cabeza para protegerse del sol en sus diligencias o en paseos por el vecindario.

Poco a poco, esta prenda sencilla pero cargada de identidad comenzó a ganar espacio en la vida araucana. Lo que inició como un obsequio de confianza se convirtió en símbolo de pertenencia y orgullo llanero. Así, el poncho no solo abrigó cuerpos, sino también historias, convirtiéndose en una pieza inseparable del paisaje cultural de Arauca y de todo el llano.

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Resumen
El poncho no es llanero: la prenda que desata debate cultural.
Nombre del artículo
El poncho no es llanero: la prenda que desata debate cultural.
Descripción
En los años 70, comerciantes “marcachifles” recorrieron paramos y trochas para llevar mercancías a las veredas de los llanos orientales. Entre ellos, personajes como don Carlisto Abril y “Guate Feo” introdujeron el poncho como obsequio especial para las amas de casa. Con el tiempo, esta prenda pasó de ser un regalo útil a un símbolo cultural, usado inicialmente por mujeres para protegerse del sol, y luego por todos como parte de la identidad araucana.
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