Calor sofocante, nubarrones oscuros y el baile de insectos en la luz: señales infalibles de la lluvia en el llano.

En las vastas llanuras de Arauca, la naturaleza avisa con antelación la llegada de la lluvia. Uno de los signos más comunes es el intenso calor que se siente durante el día o la noche anterior, cuando el aire se vuelve pesado y sofocante, como si la tierra misma aguardara el alivio del agua. Este fenómeno, bien conocido por los llaneros, es un anuncio silencioso pero certero de que las nubes pronto desatarán su carga sobre la sabana.
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Otro indicio inconfundible es la formación de grandes nubarrones en el horizonte, conocidos como «rumazones». Cuando el cielo se oscurece por todos los puntos cardinales, los campesinos saben que el agua no tardará en caer. Sin embargo, no siempre es garantía de lluvia inmediata; a veces, las nubes se disipan con el viento, dejando solo la promesa de un aguacero que tal vez llegue en otro momento.
El presagio más fiable, según los sabedores del llano, es el comportamiento de los insectos. Cuando numerosos cocuyos, grillos y otros alados invaden los alrededores de un bombillo encendido, es casi seguro que la lluvia está por venir. Este espectáculo de luces y zumbidos, en el que la vida menuda se agita en la penumbra, anuncia que el agua bendecirá la tierra con su frescura. Viviendo un dia en los llanos