Una canción pegajosa como el alma del llano, dulce y sabrosa como la tradición que la inspira.

En el corazón de las tradiciones del llano, hay sabores que no solo se saborean, sino que se sienten en el alma. Uno de ellos es la melcocha, esa mezcla dulce y pegajosa que nace del jugo de la caña en plena molienda, entre humo, risas y el canto de las aves. Y como buen conocedor de nuestras costumbres, Alexis Farfán Carrillo nos sorprende con una canción que lleva ese nombre: La Melcocha.
En esta obra musical, el artista no solo hace una referencia a ese dulce típico que tantas memorias despierta, sino que lo usa como metáfora para hablar del amor y su manera de aferrarse, de quedarse pegado en el corazón, como la melcocha en los dedos. Es un canto ingenioso, sabroso y muy llanero, que mezcla picardía con sentimiento, logrando que cada estrofa se derrita en la memoria del oyente.
La melcocha no solo se saborea: se comparte, se reparte entre amigos, se estira en la mesa mientras se habla de la vida. Así es esta canción, una muestra de cómo la música puede recoger el sabor de nuestras costumbres y servirlo en versos que nos hacen sonreír.
Alexis Farfán nos invita con esta pieza a no olvidar los dulces de nuestra infancia, ni las historias que nacen en los trapiches, ni esos amores que, como la melcocha, se pegan al alma y no se quieren ir.