El comerciante y líder que impulsó el desarrollo y la unión en Arauca

Hoy nos ha dejado don Ricaurte Quiroz, un hombre que vivió y respiró Arauca en cada paso de su vida. A sus años y con un legado innegable, Ricaurte marcó el camino del desarrollo y la integración en esta tierra. La sociedad araucana no solo perdió a un comerciante visionario, sino también a un ciudadano comprometido con cada rincón de su región, que dedicó décadas a cimentar proyectos de bien común.
Como fundador de la querida panadería Santa Elena, don Ricaurte no solo horneaba pan y repostería; con cada pieza, alimentaba el alma de un pueblo. Sus productos, desde los sabores tradicionales hasta los más creativos, llegaban tanto a las mesas de la ciudad como a las del campo, fortaleciendo el vínculo entre los habitantes y reforzando su misión de comunidad y progreso.

Su legado va mucho más allá de los muros de su panadería. Fue fundador del barrio 7 de Agosto y de la Cruz Roja en Arauca, instituciones que hoy se mantienen como estandartes de su amor por los demás y su deseo de ayudar a quienes lo necesitaban. Como presidente de la Liga de Ciclismo, gestionó junto a su gran amigo Juli Bernal la llegada de la Vuelta a Colombia a tierras araucanas, un evento que resonó con orgullo en el corazón de cada habitante. Además, llevó a su equipo de ciclismo a ganar títulos nacionales, destacando a talentos como Jairo Araque y Fabio Herrera, quienes honraron con cada pedaleo la tierra que los vio nacer.
En el ámbito del deporte, su esfuerzo también se hizo sentir en la Liga de Tejo, donde con pasión y dedicación llevó a delegaciones araucanas a participar en torneos nacionales, defendiendo con honor los colores de su región. Su vocación de liderazgo comunitario lo llevó a participar en la Cámara de Comercio, en la asociación de comerciantes ADECODA, y en AMPI, la asociación de microempresarios. Fue un líder nato, uno que representó el espíritu emprendedor y solidario que define a Arauca.
Jaime Quiroz, su hijo, nos dice con orgullo: «Mi padre fue un araucano más, hizo por Arauca mucho más que algunos que nacieron aquí». Ricaurte Quiroz fue un hombre que, desde sus acciones, demostró que el amor por una tierra no se mide en palabras, sino en obras. Hoy, al recordarlo, no celebramos solo la vida de un hombre excepcional; celebramos la vida de un araucano que nos deja el ejemplo de cómo vivir con propósito, servicio y profundo amor por su gente.